lunes, 20 de abril de 2015

Con ustedes...(III)

Aquí la tercera entrega de Manuel Azgard, esta vez una historia sobre los softwares de traducción.
No olviden que los esperamos este miércoles 22 a las 5 de la tarde en el Centro Cultural de España para la charla de Manuel.




Anécdota sobre traducción automática
 Por Manuel Azgard

Hola, colegas y compañeros. En esta columna quiero compartirles una anécdota que ocurrió hace unas semanas en el trabajo. Resulta que una compañía dedicada a la “traducción” enamoró a uno de mis clientes con su software de “traducción automática” (la, oh, bendita “Machine Translation” o MT, como la conocemos algunos de nosotros). Entonces mi cliente solicitó iniciar un piloto con esta nueva técnica. Para no dejarlos en suspenso, afortunadamente emprendieron la retirada después de las primeras tres pruebas con textos de unas mil a dos mil palabras.

¡Ojo! No estoy hablando de un programa como MemoQ, MemSource, Studio u OmegaT, estoy hablando de una herramienta tipo “google translator”... pero de paga *emoticon de “facepalm”*. La justificación de este tipo de herramientas es que, según dicen, cuando ya tienes una memoria de traducción y una base de datos muy, muy grande, bien alimentada y depurada, ya no necesitas traducir a mano. Simplemente usas este tipo de programas de MT, le das la orden de “traduce tal documento” y luego ya nada más tienes que revisar para corregir “detalles”. Sin embargo, lo que no dicen muchas de estas personas es que:

  1.  Para que funcione (más o menos) la “Machine Translation”, de entrada, el texto origen debe estar redactado conforme a lineamientos de “lenguaje controlado”, que cada vez se definen más claramente en algunas empresas (claro, especialmente en las empresas que pretenden usar Machine Transaltion para sus contenidos). ¿Qué es el lenguaje controlado? Se trata de escribir en el idioma origen el contenido, siempre pensando en el idioma meta y en cómo funciona tu software particular de Machine Translation. De hecho, algunos de los proveedores de estas herramientas ofrecen, además del software, talleres de capacitación para los generadores de contenido de sus empresas clientes. 
  2. El segundo elemento a considerar, es que, como habrán notado, usé el término “empresas” en el párrafo anterior. En efecto, la machine translation podría llegar a ayudar a empresas que generan contenidos muy similares entre sí. Me refiero, por ejemplo, a textos como patentes, manuales de maquinaria, automóviles, software, etc. Pensemos, por ejemplo, en un despacho de abogados que se dedique a propiedad industrial. Seguramente su trabajo involucra patentes de sus clientes (quizá de ingeniería, química o mecánica). Mis colegas que hayan trabajado con patentes sabrán cómo es de “insípido” un texto de esta clase, no tiene nada de “poético” ni mucho menos. Ahora bien, un despacho que maneja 5, 10, 20 o n cantidad de patentes sobre un mismo tema cada mes, bien podría recurrir a un programa de MT... aunque en lo personal, sugeriría más bien que un traductor humano pretradujera con MemoQ o MemSource o su herramienta preferida, se dedicara a revisar los “fuzzy matches” y a traducir lo que falte. 
  3. Por último, en mi experiencia, la MT funciona mejor cuando traduces al inglés que del inglés. ¿Por qué? Porque todos los idiomas tienen más géneros, números y conjugaciones que el inglés, y muchos tienen estructuras completamente opuestas al inglés. Es sumamente difícil que un software de “Machine Translation” sea capaz de distinguir todas estas minucias del idioma meta por más “memoria de traducción” que tenga alimentada. 
  4.   La MT definitivamente NO es una opción en traducción de textos que no cumplan, por lo menos, con los primeros dos puntos en esta lista (lenguaje controlado y texto repetitivo/técnico/”insípido”, como quieran llamarle).
Retomando el caso de mi cliente, el estilo que buscaban en sus textos era más cercano a lo literario que a lo técnico y repetitivo. Llevo dos años y algunos meses trabajando con ellos y ninguno de sus archivos ha sido siquiera un 30% similar al anterior. La guía de estilo original que prepararon para el equipo de traducción se ha modificado tantas veces, que es prácticamente nueva ahora en 2015. El glosario, que al principio constaba como de veinte entradas, ya rebasa las quinientas. Además, su equipo de generación de contenidos está compuesto por varios subequipos de dos a tres personas. Si bien deben apegarse a ciertos parámetros en cada archivo, al tratarse de textos “semi-literarios” (si me permiten el término), cada persona imprime su estilo único en cada documento. Finalmente, el proyecto arrancó hace dos años, cuando afortunadamente a mi cliente no le habían vendido la idea de MT, así que el “lenguaje controlado” brilla escandalosamente por su ausencia. Así las cosas y a pesar de mis advertencias iniciales, se tomó la decisión de iniciar un programa piloto con tres “lotes” de entregas. Mis compañeros y yo intentamos mantener una mente abierta y objetiva, aunque el diablito en nuestro hombro nos incitaba a despedazar el piloto a como diera lugar. Afortunadamente, no fue necesario mucho esfuerzo... la MT se despedazó por “méritos propios”, solo necesitaba un empujón. A la cuarta entrega, gracias a nuestros cambios y comentarios, se dieron cuenta que definitivamente no iba por ahí si querían mantener la calidad, el estilo y la relevancia de sus contenidos para el mercado mexicano. De vuelta a trabajar con MemoQ de la forma “arcaica” (es decir, con humanos al frente del trabajo... “¡qué arcaicos!”).

Hasta aquí la anécdota que quería compartirles esta semana. Si tuvieran dudas o inquietudes con respecto a traducción asistida vs traducción automática, por favor dejen sus comentarios abajo de esta página e intentaré darles la mejor respuesta que me sea posible.

Aprovecharé también este espacio para invitarlos a que asistan el próximo miércoles 22 de abril al Centro Cultural España. Aquí el enlace de la nota que acaba de publicar Karina Bailey al respecto (¡gracias, Karina! Como siempre, súper buen trabajo con tus notas, avisos y publicaciones). Esta charla tendrá un enfoque más bien práctico, para no aburrirlos con la pura teoría. Quienes lo deseen, pueden descargar la versión gratuita de MemoQ (en la misma publicación de Karina encontrarán el enlace a la página de Kilgray para descargarlo):

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