viernes, 30 de noviembre de 2012

Selma Ancira en el Círculo de Traductores

En su última sesión presencial de 2012,
el Círculo de Traductores tiene el gusto de recibir a
Selma Ancira,
que nos ofrecerá la charla
"Largo viaje del sentido al sonido"
 
Foto de Nitzarindani Vega para el libro De oficio, traductor

En esta ocasión, Selma Ancira nos hablará del largo camino recorrido al lado de una poeta, la rusa Marina Tsvietáieva, y de por qué, después de tres décadas de oficio, está volviendo a traducir las primeras obras suyas que tradujo. Por su dedicación a la obra de Tsvietáieva, Selma Ancira acaba de obtener, en noviembre de 2012, el Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia en su primera emisión.

La cita: este miércoles 05 de diciembre, 16:00 horas, Centro Cultural de España en México, en el Centro Histórico de la ciudad de México.
(sólo por esta ocasión, la sesión del Círculo será a las 16, y NO a las 17 como de costumbre)

Selma Ancira nació en la ciudad de México y vive ahora en Barcelona. Es traductora de literatura rusa y de literatura griega moderna. Entre otros autores, ha traducido del ruso a Pushkin, Dostoievski, Bunin, Bulgákov y Pasternak, y del griego a Seferis, Ritsos, Kampanelis y María Iordanidu. Fue ella quien descubrió al público hispanoparlante la obra de Marina Tsvietáieva, de quien ha traducido casi la totalidad de su prosa. Ha recibido muchos premios como traductora: en 2008, la Medalla Pushkin, máximo galardón con el que Rusia condecora a los artistas extranjeros; en 2009, el XII Premio de Traducción Ángel Crespo por su traducción de Viva voz de vida de Marina Tsvietáieva; en 2010, en la ciudad rusa de Elábuga, el Premio de Literatura Marina Tsvietáieva por sus traducciones de la poeta, y en Koktebel, Ucrania, el Premio Literario Maximilián Voloshin; en 2011, en España, el Premio Nacional de Traducción por el conjunto de su obra; y en 2012, en México, el Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia.

Pueden encontrar más información y los videos de tres entrevistas en: http://www.acantilado.es/autores/selma-ancira-309.htm

05 de diciembre de 2012, 16:00 horas
Centro Cultural de España en México
República de Guatemala 18
Centro Histórico, México, D.F.
http://www.ccemx.org

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Entrevista de Carlos J. Martínez-López a Selma Ancira


Nos envía nuestro colega Carlos J. Martínez López a nota que escribió en Rotativo a partir de la entrevista que le hizo a Selma Ancira en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) después de que recibiera el Premio de Traducción Literaria "Tomás Segovia". Después de la nota están algunos extractos de la entrevista. Las fotos también son de Carlos.


Hace la traducción de textos feliz a Selma Ancira
Carlos J. Martínez López
martes 27 de noviembre de 2012


Selma Ancira, ganadora del 1er Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia, entrevistada por Carlos J. Martínez-López
 
México, 27 Nov. (Notimex).- Selma Ancira es una mujer feliz por lo que hace, labor por el que la víspera recibió el Primer Premio de Traducción Literaria "Tomás Segovia", y está tan segura de ello que sostuvo: "Me gusta tanto lo que hago que cada libro que traduzco pienso ah, esto es lo mejor que me ha pasado en la vida!".

Sin embargo, cuando empieza otra traducción vuelve a decir: "qué trabajo tan maravilloso, ésto sí es lo mejor que me ha tocado en la vida!. Cada libro para mí es muy gratificante", abundó Ancira en entrevista con Notimex.

Aseguró que para ella cada libro es un universo completo que lleva consigo sus viajes, y con él sus dificultades, sus investigaciones; cada uno, "aunque sea pequeñito, es para mí maravilloso, cada uno de los que conforman mi biografía literaria es un viaje interno y personal en muchos aspectos. Lo repito, cada libro es una experiencia distinta".

Al abundar en el trabajo de los traductores, comentó que el traslado a otro idioma la poesía "debe ser traducida por poetas, como bien dijo Fabio Morabito, aunque aventuro la hipótesis que quizá pueda existir un traductor que se sienta bien en el elemento".

Un profesional "que él mismo no tenga que decir nada como autor pero que a la vez tenga los medios, las imágenes, que tenga los instrumentos para hacerlo. "Aunque si el traductor que no es poeta tiene ya un texto, como decía Octavio Paz, un texto a partir del cual construir una nueva poesía, aún sin ser poeta, repito solamente si tiene los elementos necesarios para hacer poesía, podemos decir que quizá un traductor que no es poeta sea capaz de traducir poesía de manera afortunada", aseveró.

Dijo que por su experiencia, un traductor "no puede olvidar la lengua de partida, pero tampoco puede olvidar la lengua de llegada. Digamos que lo afortunado de nuestro trabajo como traductores es hacer como un acróbata, lograr un equilibrio entre las dos lenguas y lograr un equilibrio perfecto para no caer ni de un lado ni del otro".

En ese sentido, puntualizó que se siente, "a veces, como si anduviera en la cuerda floja, si me inclino mucho hacia algún lado, me voy a caer, lo mismo al otro lado. Para la traducción hay que lograr ese equilibrio entre las dos lenguas. Ésto, con el fin de lograr una traducción que sea en sí misma una obra literaria".

Recordó que "Tomás Segovia decía que es importante haber leído textos sobre teoría de la traducción y después olvidarse de ellos. Es importante tener estos textos de ´traductología´ bien integrados, pero no tenerlos presentes al momento de traducir, y creo que es de una sabiduría capital".

Selma Ancira, ganadora del 1er Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia y Raúl Padilla, presidente de la FIL Guadalajara presumen el galardón entregado a Selma Ancira, a sus lados la viuda de Tomás Segovia (Maria Luisa Capela) y miembros del jurado de dicho premio, así como diversas personalidades del mundo de la literatura.

Sobre el reconocimiento que recibió la víspera, Ancira Berny afirmó que le honra mucho, "me siento contenta, conmovida, también sorprendida de que el premio se me haya otorgado a mí y siento muy profundamente la responsabilidad que significa haber recibido un premio de este tamaño, responsabilidad no solamente con los lectores sino también con los autores que traduzco".

Hija del reconocido actor Carlos Ancira, Selma es originaria de la Ciudad de México y realizó estudios de filología rusa en Moscú, así como en Literatura Griega en la Universidad de Atenas. Ha obtenido el Premio Nacional de Traducción 2011 en España, país del que también es residente.

Al español ha trasladado obra de autores como Tsvietáieva, Pushkin, Gógol, Dostoievski, Goncharov, Bunin, Bulgákov, Pasternak, Eisentein, Berbérova, Mandelshtam y Okudshava, entre otros.


Maria Luisa Capela (viuda del desaparecido Tomás Segovia) y Selma Ancira momento después de la ceremonia de entregra del 1er Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia.


Entrevista exclusiva con Selma Ancira
Ganadora del 1er Premio de Traducción Tomás Segovia
Por Carlos J. Martínez-López

Me siento muy honrada, me siento contenta, conmovida, también sorprendida de que el Premio se me haya otorgado a mí y siento muy profundamente la responsabilidad que significa haber recibido un premio de este tamaño, responsabilidad no solamente con los lectores sino también con los autores que traduzco.
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Me gusta tanto lo que hago que cada libro que traduzco pienso “ah esto es lo mejor que me ha pasado en la vida” y empieza otro trabajo y digo “qué trabajo tan maravilloso, esto sí es lo mejor que me ha tocado en la vida”. Cada libro para mí es muy gratificante, cada libro es un universo completo que lleva consigo sus viajes, sus dificultades, sus investigaciones, cada libro aunque sea pequeñito es para mí maravilloso, cada uno de los que conforman mi biografía literaria es un viaje interno y personal en muchos aspectos. Lo repito, cada libro es una experiencia distinta.
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Hablando de traducción, pienso que la traducción de poesía debe ser traducida por poetas, como bien dijo Fabio Morabito, aunque aventuro la hipótesis que quizá pueda existir un traductor que se sienta bien en el  elemento que es la poesía, pero que él mismo no tenga que decir nada como autor pero que a la vez tenga los medios, las imágenes, que tenga los instrumentos para hacerlo. Aunque si el traductor que no es poeta tiene ya un texto, como decía Octavio Paz, un texto a partir del cual construir una nueva poesía, aún sin ser poeta, repito solamente si tiene los elementos necesarios para hacer poesía, podemos decir que quizá un traductor que no es poeta sea capaz de traducir poesía de manera afortunada.
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Como traductor, uno no puede olvidar la lengua de partida, pero tampoco puede olvidar la lengua de llegada. Digamos que lo afortunado de nuestro trabajo como traductores es hacer como un acróbata, lograr un equilibrio entre las dos lenguas y lograr un equilibrio perfecto para no caer ni de un lado ni del otro. Yo me siento a veces como si anduviera en la cuerda floja, si me inclino mucho hacia algún lado, me voy a caer, lo mismo al otro lado. Para la traducción hay que lograr ese equilibrio entre las dos lenguas. Esto con el fin de lograr una traducción que sea en si misma una obra literaria.
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Fui a Chipre como parte de la investigación para  realizar el libro maravilloso “Chipre. Yorgos Seferis (poemas, fotografías y fragmentos)” junto a Francisco Segovia, que es un gran poeta.
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Decía Tomás Segovia que es importante haber leído textos sobre teoría de la traducción para haberlos leído y después olvidarse de ellos. Es importante tener estos textos de Traductología bien integrados, pero no tenerlos presentes al momento de traducir, y creo que es de una sabiduría capital. 

Chipre de Selma Ancira y Francisco Segovia


martes, 20 de noviembre de 2012

Conferencia "Traducir a Shakespeare para un nuevo siglo"


Conferencia "Traducción y exilio"

Conferencia
"Traducción y Exilio" de Danielle Risterucci Roudnicky

jueves 22 de noviembre, 19:30 horas

Casa Refugio Citlaltépetl

 

En el marco del

Coloquio internacional Escribir el exilio

Del 20 al 23 de noviembre.
Entrada libre

Escritura y exilio mantienen relaciones estrechas y necesarias. Por un lado, la condición de expatriado invita al ejercicio de la memoria, de las quimeras y de la búsqueda de sentido, característicos del trabajo de autor. Por el otro, la soledad del escritor y el desarrollo del mundo que crea, forman una alegoría de la vida del exilio, una suerte de fraternidad que los une.

Durante cuatro días, figuras de escritores en exilio se presentarán, evocarán y festejarán. Ejercicios de escritura ligados a esta condición serán evocados, de la poesía a la narrativa, pasando por el testimonio o la traducción.

Más información en: http://www.casarefugio.com/programa/escribiendoelexilio.html

Casa Refugio Citlaltépetl

Calle Citlaltépetl 25, col. Hipódromo Condesa, México, D.F.


Danielle Risterucci Roudnicky. (Francia) Profesora de Literatura Comparada en la Universidad de Orléans. A partir de su tesis doctoral se inclinó hacia la reflexión sobre las transferencias literarias y culturales, a partir de la investigación y la experiencia de otros es que se destacan los contornos de una identidad cultural, y es a través de la traducción literaria que se puede tener mayor acercamiento a posibles significados. Autora de France-RDA. Anatomie d'un transferí littéraire (1949-1990), (Berne, Berlin, Francfort, New York, Paris, Vienne, 1999), Introduction à l'analyse des oeuvres traduites, (Paris, Colin, collection Cursus, 2008).

Curso "Inserción en el mercado de la traducción"


jueves, 15 de noviembre de 2012

Dos notas sobre traducción en el Periódico de Poesía núm. 54


Acaba de salir el número 54 (noviembre de 2012) del Periódico de Poesía de la Dirección de Literatura de la UNAM (http://www.periodicodepoesia.unam.mx/), donde aparecen una reseña y una nota relacionadas con nuestro oficio y que reproducimos más abajo.

La reseña es de Paola Jasmer, sobre dos libros dedicados a la traducción en América Latina: Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina, compilado por Andrea Pagni, Gertrudis Payás y Patricia Willson (México: UNAM-Dirección de Literatura, 2012) y La traducción literaria en América Latina, compilado por Gabriela Adamo (Buenos Aires: TyPA/Paidós, 2012).

La  nota es de Julieta Flores Jurado, sobre el Círculo de Traductores y el Libro Blanco de la Traducción en España, dos presentaciones realizadas en el XXI Encuentro Internacional de Traductores Literarios, realizado los pasados 26-28 de septiembre en la ciudad de México. Una pequeña aclaración: la presentación del Círculo en el XXI Encuentro la realizó Marianela Santoveña.

Les recomendamos que conozcan el Periódico de Poesía, que regularmente incluye secciones de poesía traducida, a veces en versión bilingüe: http://www.periodicodepoesia.unam.mx/. En este mismo número 54 pueden ver los videos de  dos sesiones del XXI Encuentro: Jorge Cocom Pech hablando de autotraducción y una lectura de poesía entre Alaaeddin Abdolmoula y Fernando Cisneros. A continuación la reseña de Paola Jasmer y luego la nota de Julieta Flores Jurado.


Dos libros sobre traducción en América Latina
Paola Jasmer
(nota tomada de:

El pasado miércoles 26 de septiembre, en el marco del XXI Encuentro Internacional de Traductores Literarios, se llevó a cabo la presentación de dos libros que, a pesar de haber surgido bajo distintas condiciones y como resultado de diferentes iniciativas y cuestionamientos, buscan enriquecer el debate sobre la traducción en Latinoamérica. ¿Qué traducimos?, ¿para quién traducimos? y ¿desde dónde traducimos? son preguntas que surgen invariablemente durante la práctica de la traducción y que definen necesariamente su estudio. Los libros presentados por Patricia Willson y Lucrecia Orensánz parten de estas preguntas para establecer un diálogo con el lector que conduce a reflexiones sobre el vasto número de condicionantes que influyen en el proceso por medio del cual la traducción tiende puentes tanto entre culturas separadas por la barrera de la lengua, como entre naciones que comparten una misma.


Patricia Willson resaltó que Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina tiene su origen en una serie de ponencias presentadas durante las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana del 2008, por lo que el trabajo de compilación que realizaron ella, Andrea Pagni y Gertrudis Payás fue también uno de coordinación y edición. El resultado es una serie de artículos  que, a pesar de abarcar un vasto rango de temas desde diferentes puntos de vista, comparten un mismo interés en ubicar la traducción no sólo en el país en el que se produce, sino también en el contexto histórico-cultural que la rodea, ya que, como afirman las coordinadoras: “Reconocer la historicidad de la traducción y su vinculación con un discurso social contribuye a una visión no esencialista de esta práctica. De allí la necesidad de explorar el campo en el que se generan y se han generado las traducciones”.

Esta visión histórica es precisamente lo que distingue a esta compilación, permitiéndole trascender el campo de los estudios literarios y de traducción para establecer vínculos con otras disciplinas. La traducción, vista bajo el lente de la historicidad, se revela como un instrumento poderoso en el que los simulacros, las omisiones y los criterios de selección de textos ponen en evidencia su capacidad de influir de manera determinante en la construcción y consolidación de la identidad nacional. Con colaboraciones de Patricio Fontana y Claudia Roman (Argentina), María Gabriela Iturriza (Venezuela), Milena Grass Kleiner (Chile), Paula Andrea Montoya Arango y Juan Guillermo Ramírez Giraldo (Colombia), entre otros, Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina es una lectura indispensable para traductores, historiadores, académicos y público en general interesado en adquirir una visión profunda sobre el modo en el que la traducción alimenta y se alimenta de condiciones sociales, políticas y culturales para dejar en la historia marcas imposibles de borrar.


Por su parte, Lucrecia Orensánz resaltó el recorrido geográfico que efectúa La traducción literaria en América Latina para ofrecer una visión comprensiva de las condiciones que en la actualidad definen y orientan la práctica de la traducción en Latinoamérica. En un primer momento, la compilación dirigida por Gabriela Adamo se ubica en el extremo sur del continente y parte de Argentina para dirigirse poco a poco hacia el norte, hacia México, y en su camino se detiene diligentemente en Chile, Venezuela, Colombia y Centroamérica; sin embargo, en su segunda parte, la compilación lleva al lector en un recorrido inesperado por rutas en las que la práctica de la traducción en América Latina se intersecan con otros caminos que llevan a España, Brasil y Japón.

Los artículos que integran esta compilación se distinguen por su carácter empírico, es decir, parten de la experiencia individual de sus autores para alcanzar reflexiones sobre la situación que se vive en cada país y la forma en la que el español, al mismo tiempo idioma e industria, se relaciona con instituciones académicas, aparatos culturales, fuerzas económicas y políticas y, sobre todo, con una industria editorial que cada vez cobra más fuerza frente a la actividad editorial europea.  De esta manera, despojados de la solemnidad (aunque ciertamente no de la seriedad) de los estudios teóricos, los artículos presentados por Anna Gargatagli, Florencia Garramuño y Andrés Ehrenhaus (Argentina), Armando Roa Vial (Chile), Martha Pulido y María Victoria Tipiani Lopera (Colombia), Edda Armas (Venezuela), Carlos Cortés (Costa Rica), Lucrecia Orenzáns (México) y Anna-Kazumi Stahl (Estados Unidos) ofrecen una lectura amena, interesante y, por momentos, divertida que, a pesar de señalar los retos a los que se enfrenta la traducción en la actualidad, también se muestran optimistas con respecto a lo que cabe esperar en el futuro. Algunos artículos, como el de Lucrecia Orenzáns titulado “La traducción literaria en México (a principios del siglo XXI)”, ofrecen un panorama tan detallado de las condiciones que actualmente rodean al ejercicio de la traducción que su lectura se vuelve imprescindible para todo aquél que se interese por navegar en las corrientes institucionales, académicas y profesionales en las que se desenvuelve esta práctica.

Cabe aquí mencionar que ambos libros, a pesar de estar plantados uno en el pasado y el otro en el presente, comparten una mirada que se dirige hacia el futuro, un futuro que se verá condicionado por una gran cantidad de factores, entre ellos, compilaciones como las que ahora nos ocupan, pues es a partir de análisis como los que presentan Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina y La traducción literaria en América Latina que podemos hacernos conscientes de no sólo los retos a los que nos enfrentamos, sino del amplio abanico de posibilidades que la traducción ofrece, ha ofrecido y seguirá ofreciendo para una América Latina siempre afanada en la construcción de una tradición literaria y cultural. 


Tertulias de la traducción en México y España
Julieta Flores Jurado
(nota tomada de:

La importancia de las asociaciones de traductores y la relación entre estos y sus editores fueron temas que se discutieron y problematizaron en la segunda jornada del XXI Encuentro Internacional de Traductores Literarios, con sede en el Colegio de México. La breve presentación del Círculo de Traductores, a cargo de Lucrecia Orensanz, pone sobre la mesa una pregunta que muchas veces inquieta a los narradores, ensayistas, poetas, lingüistas, filólogos, dramaturgos, guionistas, y por supuesto, a los traductores. Si la palabra es el medio de comunicación en sociedad por excelencia, ¿por qué la mayoría de los que trabajan con la palabra lo hacen en soledad? Afortunadamente, la existencia de un encuentro internacional de traductores demuestra que esa no es una condición general. Prueba de ello es también la existencia de una gran cantidad de foros en internet dedicados al diálogo entre traductores. Sin embargo, estos eventos tienen fecha de caducidad: sus días de actividad intensiva son sólo unos pocos. Si casi todos los oficios se han organizado en gremios desde hace más de mil años, ¿qué hay de los traductores? Lucrecia Orensanz propone la creación de un espacio abierto a todo traductor que desee integrarse, un grupo que, si bien se asume como independiente y no institucional, recibe el apoyo de 17 Instituto de Estudios Críticos y de Bonilla Editores.

El Círculo de Traductores, de reciente formación, se reúne el primer miércoles de cada mes en el Centro Cultural de España en la Ciudad de México. Las sesiones consisten en la presentación de charlas o ponencias sobre un tema específico, seguidas de preguntas y debate. La asistencia a las primeras sesiones ha sido bastante concurrida, y los fundadores del Círculo han creado un blog donde próximamente se encontrarán las sesiones videograbadas.* Este blog también funciona como agenda y medio de difusión de actividades académicas relacionadas con la traducción.



A la participación de Lucrecia Orensanz siguió la presentación del Libro blanco de la traducción editorial en España, a cargo de Arturo Peral.** El Libro blanco es un completo estudio sobre el estado actual de la labor de los traductores profesionales en este país. Los objetivos principales del proyecto fueron saber quién traduce en España y cómo es su relación con las editoriales. Las cifras se obtuvieron de las encuestas que se realizaron a 614 traductores activos en España. De estos, 54% son mujeres y 46% hombres. La gran mayoría de ellos tuvieron una formación profesional: 92% cuenta con estudios universitarios, y de estos un 28% tiene una maestría y un 22% un doctorado. Las carreras más comunes entre los encuestados son traducción, filologías e interpretación.

¿Es posible vivir únicamente de la traducción? Para 63% de los traductores encuestados, desafortunadamente no ha sido así, y se dedican a actividades paralelas como la docencia, la edición y la creación literaria. El promedio anual de libros que un traductor español publica es de cuatro. Entre estos 614 profesionales, un 8% ha traducido más de 100 libros a lo largo de su carrera.

El inglés y el francés son los idiomas de origen más frecuentes. Es importante mencionar que en España existe una labor importante de traducción del castellano al catalán, gallego y euskera, y viceversa. Los traductores políglotos, que traducen más de tres idiomas, conforman una tercera parte de la muestra. 
Sobre las asociaciones de traductores, Arturo Peral nota que el 43% de traductores que no pertenecen a ninguna asociación suelen tener ingresos más bajos. 34% pertenecen a ACE traductores, sociedad en la que el conferencista ocupa un puesto directivo.

Las condiciones laborales no siempre son las más justas para los traductores. Muchas veces trabajan sin contrato, y sólo 25% de ellos recibe un pago por las ediciones subsecuentes de un libro. Si se asume que el traductor es también un autor, es justo que obtenga un porcentaje de las ganancias por derechos de autor; esto en ocasiones no es así. Sin embargo, la mayoría de los traductores afirman no haber tenido nunca problemas con los editores.

La presentación de Peral invita a todos los traductores, jóvenes o experimentados, a defender el valor de su trabajo. Reunirse y comunicarse con otros colegas es un avance importante hacia la mayor valoración del oficio.


Notas


* Visita el blog del Círculo de Traductores:
http://circulodetraductores.blogspot.mx/

** El Libro blanco de la traducción editorial en España puede descargarse gratuitamente en el siguiente enlace:
http://www.cedro.org/docs/lecturas/libro_blanco_acett_2010.pdf?Status=Master 




lunes, 12 de noviembre de 2012

K1N, Revista de traducción literaria


Este año salió a la luz K1N, Revista de traducción literaria, una publicación cuatrilingüe en línea gestada en la Escuela de traducción y de interpretación de la Universidad de Ottawa. Su dirección: http://k1nlitra.ca/

Y algunos extractos de su página:

Bienvenido a K1N
(tomado de http://k1nlitra.ca/index.php?lang=es)


Si bien es cierto que existen revistas literarias en las Américas, no se puede decir lo mismo de revistas de traducción literaria. K1N tiene la intención de, al menos en parte, llenar ese vacío. Para ello, ofrece a los traductores una plataforma que les permita publicar, divulgar y lograr que sus textos sean valorados, así como adquirir experiencia y visibilidad. K1N se propone también franquear el uniligüismo impuesto, mucho más allá de las fronteras nacionales que lo favorecen, así como multiplicar y apoyar los esfuerzos que exige, según nuestra visión, toda práctica en materia de diálogo e intercambios interculturales plurilingüísticos. Gracias a esta iniciativa, se aspira a lograr una mejor comunicación y comprensión del mundo, por parte de todos, y en todos los planos y niveles.  
Proyecto literario originario de una Escuela de traducción, donde interactúan estudiantes y profesores de diversas partes del mundo, K1N es una revista para las Américas. Ella publica traducciones en las cuatro lenguas principales de este gran continente: el inglés, el español, el francés y el portugués. Aun cuando K1N desea publicar traducciones en lenguas aborígenes de las Américas, lamentablemente no dispone por el momento de los recursos y la experiencia necesarios para la evaluación o revisión requeridas. Les invitamos no obstante a hacernos llegar vuestros textos, sin importar la lengua a partir de la cual usted traduce. Nuestro objetivo es crear una vasta red de colaboración, de creación y de producción en traducción literaria.
Acerca deK1N  
Nacida de un proyecto colaborativo de la facultad, los estudiantes y los amigos de la Escuela de traducción y de interpretación de la Universidad de Ottawa, el número inaugural de K1N, revista multilingüe de traducción literaria, ha sido publicado durante la primavera del 2012.
El nombre de K1N, está inspirado en el código postal de la Universidad de Ottawa. Identifica nuestra posición geográfica en el corazón de una ciudad que se encuentra en el cruce de caminos de la traducción, sin embargo simboliza también los dinámicos vínculos de parentesco que la traducción puede forjar entre diversas literaturas de todo el mundo.
En un esfuerzo por mostrar un amplio abanico de literaturas, K1N da la bienvenida a las traducciones de textos literarios de cualquier idioma vertidas al inglés, francés, español y portugués.
K1N aparece dos veces al año, en primavera y en otoño. Visite la sección de “Admisión de traducciones” para informarse acerca de los períodos y plazos de admisión vigentes.

Consejo Editorial
  • Marc Charron
  • Luise von Flotow
  • Clara Foz
  • Ryan Fraser
  • Charles Le Blanc

Consejo Asesor
Pier-Pascale Boulanger, Hélène Buzelin, Isabelle Collombat, María Constanza Guzmán, Nicole Côté, Pierre DesRuisseaux, Sheila Fischman, Dominique Fortier, Shirley Fortier, Mark Fried, Hugh Hazelton, David Homel, Louis Jolicoeur,  Jonathan Kaplansky, Catherine Leclerc, Lazer Lederhendler, Benoit Léger, Danièle Marcoux,  Fred Reed, Lori Saint-Martin, Alice Tavares Mascarenhas, May Telmissany, Don Winkler, John Woodsworth

Equipo de Edición
  • Raúl Colón
  • Lisa Hannaford-Wong
  • Caroline Lavoie
  • Sima Sharifi
  • Michael Varga

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Obras artísticas
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Admisión de traducciones
(tomado de: http://k1nlitra.ca/index.php?option=com_k2&view=item&layout=item&id=13&Itemid=55&lang=es)
[NOTA: nos explicaron por correo electrónico que la fecha marcada como límite es sólo para el número en cuestión, y que se reciben continuamente colaboraciones en la dirección contrib@k1nlitra.ca]

Para el segundo número de K1N, previsto para el otoño del 2012/invierno del 2013, solicitamos el envío de propuestas de traducción de poesía, ficción y periodismo literario.
Las traducciones pueden estar hechas de cualquier idioma al inglés, francés, español y portugués.

Normas editoriales:

·Incluir el texto original (preferentemente en formato pdf), así como la traducción (preferentemente en formatos doc/docx).
·Incluir pruebas de los permisos para publicación en linea de la traducción por parte del (los) titular (es) de los derechos (casa editorial, autor, herederos, etc.).
·Incluir una breve nota biográfica, tanto del autor del texto original, como de su traductor (máximo de 50 palabras por cada uno).
·Las propuestas en la categoría de poesía no deberán exceder dos poemas por autor del texto original y seis poemas por traductor.
·Las propuestas de ficción y periodismo literario pueden llegar hasta las 5000 palabras.
·Se requiere escribir a doble espacio y utilizar la fuente Verdana, tamaño 11.
·Las propuestas deben ser enviadas por correo electrónico (incluidos los anexos) a: contrib@k1nlitra.ca

Las propuestas deben ser recibidas antes del 15 de octubre del 2012

[NOTA: nos explicaron por correo electrónico que la fecha marcada como límite es sólo para el número en cuestión, y que se reciben continuamente colaboraciones en la dirección contrib@k1nlitra.ca]
 

jueves, 8 de noviembre de 2012

Reflectores sobre la traducción

Ayer apareció la siguiente nota en el periódico mexicano El Universal:

El oficio de traducir lenguas lejanas


Miércoles 07 de noviembre de 2012 
Yanet Aguilar Sosa
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Nota tomada de: http://www.eluniversal.com.mx/notas/881332.html

El Nobel al chino Mo Yan nos descubrió que en México aún dependemos mucho de traductores españoles, pero aquí también hay conocedores del griego, ruso, polaco, coreano, japonés... Estas son las historias de sus pasiones literarias

En 33 a�os ha traducido al espa�ol la obra de autores como Yorgos Seferis, Marina Tsviet�ieva, Iv�m SELMA ANCIRA. En 33 años ha traducido al español la obra de autores como Yorgos Seferis, Marina Tsvietáieva, Ivám Goncharov, Yannis Ritsos, Yákovos Kampanellis, Mijaíl Bulgákov y Pushkin y Chéjov entre otros.
 
Justo el día en que el escritor chino Mo Yan fue designado ganador del Premio Nobel de Literatura 2012 y los lectores del mundo hispano se lanzaron a las librerías para comprar sus libros, no sólo descubrieron que las novelas del narrador las tenía una pequeña editorial independiente, también cayeron en la cuenta de que esa narrativa tiene poquísimos traductores.
En México, donde no estaban las novelas emblemáticas del autor, los lectores confirmaron también que el chino, el japonés, el polaco, el ruso, el lituano, el coreano, el rumano y otros tantos idiomas "raros" no son tan atractivos para el común de los traductores; además que quienes traducen de esas lenguas se cuentan con los dedos de una sola mano y que las traducciones que llegan a nuestro país vienen de España.

Aunque ese jueves 11 de octubre quedó claro que en México son muchísimos los traductores que trabajan la literatura en inglés, francés e italiano, existen poetas, narradores y ensayistas que trabajan la literatura rusa, griega, polaca, coreana, japonesa, alemana y lituana; y lo hacen con gran entrega y seriedad.
Hace dos días, al ser anunciada como la ganadora de la primera edición del Premio de Traducción Literaria "Tomás Segovia", la filóloga y traductora del ruso Selma Ancira señaló en entrevista telefónica que para esa labor no existe ninguna fórmula, sino que "hay que saber escuchar a los autores".

Días antes de que se diera a conocer la noticia, en entrevista con EL UNIVERSAL, vía correo electrónico, Selma Ancira recordó que en 1980, tras la lectura de las cartas que se cruzaron Tsvetáieva, Pasternak y Rilke en el verano de 1926, se supo traductora y a ese oficio ha dedicado 33 años. "Era una necesidad imperiosa y no paré hasta terminar el libro. A partir de ese momento, he dedicado mi vida a traducir".

La traductora que ha traído al español y en particular a México -donde le han publicado casi la totalidad- la obra de autores como Yorgos Seferis, Marina Tsvitáieva, Iván Goncharov, Yannis Ritsos, Yákovos Kampanellis, Mijail Bulgákov y Pushkin y Chéjov entre otros, dijo:
"La traducción literaria es mi elemento. He elegido a los autores y los libros que he traducido, que son aquellos con los que soy afín, aquellos de los que puedo decir, esto lo habría escrito yo, o bien, así me habría gustado escribir esto si lo hubiera escrito yo. Traduzco del ruso y del griego porque amo Grecia y su cultura, y amo Rusia y su cultura. Son dos literaturas riquísimas, inagotables, y de las que yo me siento cercana".

Ni para ella ni para otros traductores como Gerardo Beltrán, que traduce del polaco y el lituano; Raúl Aceves, traductor del coreano; Héctor Orestes Aguilar y Javier García Galiano, que lo hacen del alemán, ha sido difícil publicar en nuestro país.
¿Traducir para qué?

Pero la realidad es que sí es difícil publicar traducciones de esas lenguas en México. Juan Carlos Rodríguez Aguilar, subgerente de Literatura y Arte del Fondo de Cultura Económica, editorial que junto con la Universidad Veracruzana son las casas que más traducen en el país, aseguró que "en términos generales, no publicamos literatura traducida".

El editor comentó: "Cuando llegamos a publicar algo de literatura en traducción (por ejemplo, los libros de nuestra serie "Para leer a...") regularmente es de los idiomas francés e inglés. Nuestro catálogo fuerte de obras traducidas no es de literatura sino de humanidades, pero, incluso ahí, la casi totalidad de las obras se traducen de esos idiomas ‘comunes'".

Para dar cuenta de lo poco que se traduce, Rodríguez Aguilar nos dio un cuadro con los porcentajes de los idiomas de los que históricamente más han traducido: inglés 60% (2 mil 286 obras), francés 22% (853 obras), alemán 9% (331 obras), italiano 3% (123 obras), portugués 2% (85 obras), del español a otras lenguas 1% (32 obras) y otras lenguas 3% (107 obras), allí justo se incluye al chino, japonés, polaco, ruso, lituano, coreano, rumano y otros tantos idiomas.
Gerardo Beltrán, quien vive en Varsovia y traduce del polaco y lituano, dijo en entrevista vía correo que a él no le parece especialmente complicado, o quizá ha tenido mucha suerte.
"Tenemos editores muy abiertos a todo lo que es nuevo, interesante y de calidad, sobre todo lo que viene de lenguas y literaturas menos conocidas. El problema suele ser más bien de presupuesto, pero muchos editores están dispuestos a arriesgar".

Beltrán tiene claro que lo que les ayuda en su labor de traductores son los mecanismos institucionales que apoyan, como los del FONCA, y en el caso concreto de Polonia, el Instituto del Libro Polaco, que cofinancia ediciones de literatura polaca en cualquier lengua, ya sea pagando la traducción o los derechos de autor.
La pequeña gran tradición
Elsa Cecilia Frost, la investigadora y traductora mayor del alemán, señalaba que "traducir sería como colocarnos en dos rieles, en dos carriles, el de las dos lenguas, la de origen y la de destino, para que vayan concordes en la lectura de la traducción".

Con ella otros, entre los cuales están Javier García Galiano y Héctor Orestes Aguilar, son traductores que se han dedicado a este difícil labor.

Javier García Galiano dijo que él aprendió alemán porque le interesaba la filosofía y la filosofía estaba en alemán, en griego antiguo y en latín. "Después de querer ser cineasta y futbolista, tenía que hacer algo, trabajar o estudiar alguna carrera y decidí estudiar literatura alemana porque sabía alemán".
Después todo vino como en cascada, su amigo Juan José Reyes, que dirigía la revista Textual, le pidió una traducción de Joseph Olried y otros textos. "Al principio no me gustaba nada, luego como pasa a todos los masoquistas, me empezó a gustar".
Héctor Orestes Aguilar lo ha hecho como oficio y como manera de acercarse a la nación que llega, ha sido miembro del Servicio Diplomático Mexicano y a esa faceta debe su acercamiento al alemán, al austriaco y a la literatura de Europa del Este.
"En México no hay vinculación con la lengua alemana ni con la producción de las literaturas de lengua alemana en español, como sucede en otros países de América Latina, como en Chile, Argentina, Brasil y Colombia, que produjo la mejor revista de temas alemanes que ha habido en habla hispana en todo el siglo XX que fue la revista Eco. Sin embargo, hoy cada vez hay más estudiantes de lenguas alemanas y cada vez más estudiantes de lengua alemana se dedican a la traducción", dijo.

Así, sin muchos apoyos, con literatura maravillosa que espera ser trasladada al español, con autores como el chino Mo Yan -que apenas empiezan a verse en México-, la traducción hecha desde nuestro país sigue su camino, entre una tradición añeja y un hambre de conocer el mundo a través de la literatura.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

In memoriam

Hace un año ya que no anda por aquí Tomás Segovia. Como lo extrañamos, lo vamos a invocar con sus propias palabras: una conferencia que presentó en mayo de 2008 con el título "El oficio del traductor", en la clausura del IV Congreso "El español, lengua de traducción" (de la serie de congresos Esletra del Instituto Cervantes). Tomada de: http://cvc.cervantes.es/lengua/esletra/esletra_04.htm


“El oficio del traductor”
Tomás Segovia
Traductor

Soy un traductor literario, de humanidades, un traductor universitario. En estas palabras de clausura voy a hablar desde ese punto de vista, no sin antes decir que me ha gustado mucho lo que ha pasado en este congreso, porque pocas veces he visto abordar la traducción principalmente desde el punto de vista de la solidaridad, de la utilidad humana de la traducción. Eso, además, implica pensar la traducción como una práctica; y yo siempre he pensado que la traducción es un oficio, ni siquiera una profesión, sino más bien un oficio; y no un conocimiento, sino un saber. De eso voy a hablar, de la traducción como un oficio.

***

A lo largo de los años, he visto cómo se ha ido profesionalizando cada vez más la traducción. En este congreso hemos visto abundantes ejemplos de ello. Es inevitable que se profesionalice viendo las cifras que nos han mencionado hace un momento con gráficas que crecen vertiginosamente. Sin embargo, un traductor como yo no deja de sentir cierta nostalgia de que el oficio se vuelva profesión, porque ya no se trata de lo mismo: un oficio es algo de lo que no se puede hacer disciplina académica, por un lado, y una cosa que escapa hasta donde se puede al Estado, a las autoridades, al poder, por otro.

Todavía en Grecia la medicina era un oficio; un médico era aquella persona que la gente creía que era médico, que la gente pensaba que tenía ciertas facultades especiales y acudían a él para curarse. Hoy en día, un médico es un señor al que el Estado autoriza para curar; hoy en día los médicos ya no podrían ser esas personas que la gente cree que curan. Existen, pero se llaman curanderos, con toda clase de farsantes, de engaños. ¿Qué es lo que se trata de controlar, profesionalizando un oficio? La filosofía también era un oficio en Grecia. Por supuesto que a nadie se le ocurriría decir que, vistos con los criterios de hoy, Platón y Aristóteles eran charlatanes —como ellos mismos decían de los sofistas—, pero también ellos eran charlatanes porque no podían ostentar un título. Esos oficios se van profesionalizando, pero incluso en el caso de la medicina, de vez en cuando, tenemos nostalgia de cuando era un oficio; de vez en cuando, añoramos al médico de cabecera, añoramos al médico interesado. Incluso hay slogans en la profesión médica de que el médico debe pensar en el paciente y no en la categoría de la enfermedad, es decir, que debe tratar de rescatar una relación directa con el paciente, una relación artesanal con el paciente.

Para un traductor como yo, esa profesionalización acarrea algunas pérdidas. Es decir, cuando no es el público el que decide quién es un buen traductor, sino que es la Academia —o sea, el Estado, uno de los brazos del Estado— quien decide quién es buen traductor, esto se controla mejor, pero en el buen y en el mal sentido de la palabra. Inmediatamente acarrea burocratización, peligro de politización y grave peligro de manipulación, por supuesto. De modo que aquí ya interviene el poder. Desde el momento en que se trata de una profesión regulada, hay jerarquías, y se producen luchas por esas jerarquías: luchas de poder.

***

Para hablar de la traducción como un oficio, yo había pensado abordarlo mediante un concepto que no ha aparecido en estas discusiones con su nombre, pero sí ha aparecido. Cuando se ha hablado de solidaridad y de usos sociales de la traducción, casi siempre se ha mencionado a la vez la calidad y se ha hablado de que la calidad no está peleada con el compromiso, entre otras cosas. Ahora bien, a la calidad se une un concepto, que es el de corrección, y creo que no se ha hablado de eso, aunque me parece que, para la traducción como oficio, se trata de un concepto pertinente y que, además, nos puede introducir en varios aspectos de la traducción, incluso en aspectos jurídicos porque, cuando un traductor termina su traducción, con lo primero que se va a topar es con un corrector.

Hasta hace poco, los editores solían tener correctores, y solía suceder que el corrector era un profesional mientras que el traductor era muchas veces un artesano. El traductor ejercía un oficio, y luego venía el corrector a ejercer una profesión. Es decir, muchas veces el corrector era un empleado fijo de la editorial, mientras que el traductor era un señor que a menudo hacía muchas otras cosas y, de vez en cuando, traducía un libro porque era muy difícil vivir solamente de traducir libros. Incluso los traductores que traducían para instituciones, como la mayoría de los organizadores de este congreso, tenían que pasar por un corrector. Además, acabamos de oír que eso está en vías de convertirse no en una práctica sino en una «normatividad», es decir, está a punto de burocratizarse. Por tanto, lo primero con que uno se encuentra es con un corrector. Ahora bien, ese corrector, ¿qué estatuto jurídico tiene? Si la traducción es eso que llaman una «propiedad intelectual», concepto contra el que yo he escrito varios artículos porque me parece que es un derecho y que llamarlo propiedad no solo confunde muchísimo las cosas sino que acarrea tremendos problemas de todo tipo —incluidos problemas de viudas, ya que se han mencionado antes las cartas de Octavio Paz; de propietarios intelectuales, en fin, de propietarios heredados—, debido a la idea de que eso es una propiedad. En todo caso, si le llaman propiedad —a mi modo de ver impropiamente—, si le llaman propiedad, ¿cómo es que hay un corrector?

Al autor de un libro, no solo según las leyes sino según las normas, un editor no se atreve a corregirle sin pedirle permiso, no manda una novela de García Márquez a un corrector, por ejemplo. Y si acaso algún corrector hace alguna corrección, le piden permiso al autor, pero a un traductor le mete mano todo el mundo y eso no es ilegal. Yo creo que sí. En México, por ejemplo, a mí me ha sucedido (yo he traducido casi siempre para México, claro, muy poco para editoriales españolas). Y me ha sucedido incluso que publiquen una traducción mía sin avisarme, con mi nombre y el del corrector, como traductores: «traducción de Tomás Segovia y fulano de tal», y eso sin haberme dicho nada. Supongo que el corrector ha cambiado mi texto, y a veces se producen cosas graves, como cambiar la terminología, lo que me ha sucedido también con alguna traducción.

Eso muestra que ese estatuto del traductor igualado con el del autor — bueno, un escalón más abajo, pero en el sentido de tener derechos de autor ¿no?, propiedad intelectual—, en muchos países no se cumple. En México casi nunca se cumple, a pesar de que México está en la Unesco, y por lo tanto ha suscrito esas declaraciones que son de las Naciones Unidas; pero no se cumplen, no se pagan regalías a los traductores. Se paga «a tanto alzado», como dicen ellos, a tanto la página y se acabó. Por ejemplo, esa traducción que tanto indignaba a Octavio Paz, mi traducción de Lacan, lleva treinta y tantas ediciones, y nunca me han pagado una sola regalía. Son problemas legales de la traducción, problemas laborales, a los cuales se asoma uno al pensar en el concepto de corrección. Aparte también existen otros aspectos lingüísticos, de corrección.

¿Qué es la corrección? ¿Cómo corrige un corrector? A mí a veces me gusta llamarlo, a ese empleado que tiene la editorial para revisar lo que yo he traducido, me gusta llamarlo «corruptor de estilo», porque muchas veces es un corruptor de estilo. Porque ¿qué es la corrección? Existe una tendencia moderna, defendida por gente lúcida sobre estas cuestiones, en el sentido de que no hay corrección; la lengua es un fenómeno histórico, social, evoluciona, cambia. La corrección es siempre un prejuicio, es purismo; a veces incluso se describe como un autoritarismo con algún trasfondo político, de clases, de poder, de dominio. Y en efecto, algo hay de eso.

No cabe duda de que corregir es un acto más o menos autoritario que implica jerarquías de autoridad y de hegemonía, pero a mi modo de ver la corrección también es otra cosa; no se trata solo de un criterio académico, de unas normas o reglas que unos cuantos señores deciden más o menos arbitrariamente o más o menos autoritariamente. Yo diría que es al revés: la corrección, como norma, es más bien antiacadémica, o por lo menos no es necesariamente académica, más bien la academia tiende a convertir las normas en reglas. No sé si se entiende el matiz; es una noción más bien lingüística la que estoy usando, no necesariamente ortodoxa. La noción de norma a mí me ha interesado mucho, entre otras cosas, porque tengo un muy buen amigo que vosotros conocéis muy bien, Luis Fernando Lara, que ha meditado mucho sobre la norma.

Un teórico poco conocido, que ya murió hace tiempo, el hispanista alemán Klaus Heger, elaboró una cuestión sobre la norma que a mí me parece convincente y es que la norma no implica una jerarquía de los hablantes como seres sociales, independientemente de la lengua, sino que la norma proviene de la lengua misma, o sea que proviene de los hablantes pero como hablantes, no como ciudadanos. Dicho de otro modo, lo que Heger propone es que el ejercicio de una lengua, la práctica de una lengua tiene implícitamente unos ideales; ideales no en el sentido de idealización, sino unos ideales en el sentido de lo que la cursilería moderna llamaría «imaginario», un imaginario de la lengua. Que en la práctica de la lengua existe un modelo implícito, inconsciente, que puede hacerse consciente pero que no es necesariamente consciente. Eso es lo que implica el simple latiguillo archifrecuente en toda lengua hablada: «mejor dicho»; dices algo, y dices «mejor dicho». Si hay una manera de «decir mejor» es que hay un modelo de mejor y peor dicho, hay un mejor y peor dicho. Y eso no porque lo decidan o no los académicos, sino porque el hablante tiene un cartabón inconsciente de lo que está mejor dicho y de lo que está peor dicho.

Si todo esto se objetiva, se puede volver inmediatamente autoritario y se puede volver purismo. Cuando yo hablaba de esto a unos señores a los que llamábamos «alumnos de traducción» —como si se pudiera dar un curso de traducción, que yo creo que no se puede, pero los he dado porque no había más remedio que darlos—, lo que les decía era, por ejemplo: si tú dices en una clase de anatomía, o de traumatología: «Cuando a un señor se le parte la pata», es incorrecto; pero si en un campo de fútbol dices «Me produjeron un trauma en la epífisis del peroné», también es incorrecto, porque la norma de un futbolista no es la misma que la norma de un profesor de anatomía, y esa norma está incluida en la lengua, no es la que dan los académicos. La mayoría de las veces uno puede percibir esa norma, pero los académicos no la perciben. Es la norma que está implícita en la lengua. Sí hay una corrección en la lengua; ahora bien, se trata de una corrección en ese sentido de la palabra, no de una regla dada por esa autoridad, sino en el de dilucidar lo que el ideal de lengua propone.

En español en particular, como lengua de traducción, es especialmente importante o, al menos, especialmente interesante porque traducir al español es traducir a veintiuna lenguas y es un problema que los traductores literarios y humanísticos conocen muy bien, y los traductores técnicos un poco menos, pero incluso entre los traductores técnicos o traductores institucionales, aparece constantemente ese problema de que el español sea veintiuna lenguas, por lo menos, sin contar la de los chicanos y la de los restos de español que quedan en Filipinas. Por ejemplo, traduciendo algún tratado internacional, en la ONU o en la Unión Europea, si se tradujera «este artículo entrará en vigor» o «estará en vigor hasta diciembre de 2008», un mexicano va a entender que empezará en diciembre de 2008. No hay más remedio que aceptar algunas normas, por lo que no hay más remedio que decir que en el español real, a pesar de la diferencia de las veintiuna lenguas, hay una norma implícita de español común, hay un ideal de español común que permite —aunque los mexicanos, que en este caso estarían en minoría, protesten— decir que lo correcto es que «hasta» significa «término de un periodo que empieza en un 'desde' implícito», mientras que para un mexicano «hasta» significa «comienzo de un periodo de tiempo». Cuando en México se dice «llega hasta las tres» lo que se quiere decir es «no antes de las tres». ¿Se puede corregir un texto mexicano que diga «llega hasta las tres» cuando lo que se quiere decir en la norma general es «no llega hasta las tres»? Yo diría que, una vez más, depende del contexto práctico; si es un texto para uso de mexicanos, no, no se puede corregir eso, pero si es un texto para uso de varios países de lengua española, yo creo que sí se puede.

Todo esto está lleno de problemas espinosos, porque existe esa corrección referida a una norma general del español, y yo creo que la hay, una norma general del español. Es español culto, por supuesto, pero el español culto no es pecado. Cuando yo era estudiante, decías «español culto» y todo el mundo torcía el gesto porque había que hablar «español inculto», o sea, popular, democrático. Pero el español culto no es un pecado. A Cervantes no le podemos regañar por escribir como escribía; me parece que tenía cierto derecho a escribir mejor que Quevedo, por ejemplo.

Sin embargo, no se trata solamente de la cuestión del español culto, sino que dentro de lo que podemos llamar español culto, de una norma general, también aparecen esos problemas de corrección. Por ejemplo, todavía, en el terreno de la traducción, sigue habiendo una hegemonía, por lo menos, digámoslo entre comillas, «política», del español de España. Todo el mundo dice de dientes para afuera que el español de España lo habla menos del diez por ciento de los hablantes y que, por tanto, la norma de la Península no puede ser la norma universal. Sin embargo, lo sigue siendo. Es difícil, pero no imposible, que un mexicano o un colombiano acepten una corrección de su norma colombiana o mexicana. Pero es muy difícil que un español acepte una corrección de su norma española. Por ejemplo, ahora hace un rato, al desayunar quise tomar jugo de naranja y no había, pero, además, se llamaba «zumo de naranja». Para el noventa y tantos por ciento de los hispanohablantes, esto es un disparate. El zumo es lo que rezuma, y las frutas que exprimimos no son frutas «zumosas» sino frutas «jugosas». Sin embargo, es imposible que un español corrija lo de zumo, ni siquiera por una norma española. Mi abuela, no ya mi abuela sino mi padre, jamás hubiera dicho «zumo de naranja». Eso es una innovación en el español peninsular. Son esas modas pedantes que se imponen; algún pedante dice que zumo es más elegante que jugo e inmediatamente corre como mancha de aceite. No hay cursilería que no prospere en la norma lingüística. En México, por ejemplo, para que vean que en todas partes cuecen habas o en todas partes corren babas, una cursilería que se impuso como mancha de aceite, es que a algún cultillo se le ocurrió decir: «No se dice vaso de agua, los vasos no son de agua, son de vidrio»; y entonces todo el mundo en México en los cafés pide «Por favor, un vaso con agua». No tardó ni seis meses en imponerse, todo el mundo a repetir eso: «un vaso con agua».

Estas cuestiones sobre la corrección muestran ese carácter artesanal de la traducción, que es también el carácter artesanal de la lengua misma. La lengua misma es el terreno general de todas las significaciones y el sistema al que pueden traducirse todas las significaciones. Por eso a mí me parece que para un traductor la traducción obviamente es un oficio. De todas formas, no digo yo que no haya que leer teoría de la traducción y aprenderla, como también es conveniente si se es escritor leer lo que dicen los académicos. Ahora bien, un escritor no se va a reprimir por lo que le diga un académico, o no debería hacerlo, pese a que algunos sí lo hagan —en realidad, no se reprimen por lo que dicen los académicos sino más bien por lo que dicen los teóricos, que son más teóricos todavía que los académicos—. Los académicos, a su manera, también son artesanos; los teóricos, no. Hay escritores que se reprimen por lo que dicen los teóricos; allá ellos, pero es saludable que un escritor conozca la teoría, le ayuda a tener ciertas miradas sobre el lenguaje, sin duda alguna a tomar conciencia de muchas cosas, aunque, desde luego, no tiene que aprender a escribir de la teoría; es al revés: la teoría es la que tiene que tomar de la práctica su sabiduría. Un traductor siempre está incómodo leyendo teoría de la traducción, entre otras cosas porque casi siempre lee uno teorías traducidas, y a menudo mal traducidas, porque generalmente los teóricos son muy malos traductores.

Lo que sucede todo el tiempo es que la teoría inevitablemente está tomando la traducción en un sentido metafórico pero uno podría decir, jugando pero jugando como juegan ellos, como juegan los teóricos, «metafóricamente metafórico», y eso es peligrosísimo. Para un teórico la traducción es algo mucho más general que lo que es para nosotros, es decir, tomar un texto de una lengua y pasarlo a otra lengua, o a veces, si incluimos dentro de la traducción la interpretación simultánea, también esta —a mí siempre me ha parecido extraño que se llame interpretación, porque interpretar, también la traducción interpreta, y el texto interpreta más que lo que llamamos interpretación, pero son tecnicismos de terminología que ya nos los aclararán las normas—. La cuestión es que para un teórico, eso que nosotros hacemos que es traducir, tomar un texto y pasarlo a otra lengua, no es más que un caso, pero traducción es otra cosa, algo más general. La lengua traduce ideas o conceptos o estructuras o formas, o logos diseminado, en fin, algo traduce.

La lengua traduce algo, dentro de la lengua el significante traduce el significado, y luego en la acción también, un gesto traduce un sentimiento, o una intención, o una política traduce una ideología. Pero traducir es metafórico, en ese sentido, o al revés, pero da igual. También Derrida nos ha tratado de explicar que es al revés, que lo que es metafórico es llamar traducir a pasar de una lengua a otra porque en realidad traducir lo que significa es transferir el poder o cosas de esas. La cuestión es que lo están tomando en un sentido metafórico, pero luego esa metáfora se usa metafóricamente, y entonces llega un momento en que de esa metáfora, de la idea de que traducir es un montón de cosas, no solo traducir interlingüísticamente o intersemióticamente como dirían ellos, sino que de ahí empiezan a deducir cosas sobre la traducción misma, sobre la traducción práctica; entonces la ventaja es que un teórico, por ejemplo, Umberto Eco, tiene que hablar de verdad de traducción, lo primero que dice es «Bueno, yo he hecho teoría de la traducción pero ahora vamos a hablar de práctica, olvidémoslo».

Sí, hay que olvidar, pero es que hay que olvidar como hay que olvidar en la lengua, porque la traducción yo creo que es, junto con la creación literaria, la experiencia más radical de una lengua, y en cierto sentido más radical aún que la creación, porque por el hecho de estar mirando dos lenguas a la vez se tiene la doble visión que da tener dos ojos, y hay una visión en profundidad que a veces el creador no tiene. A veces un escritor tiene intuiciones de su lengua maravillosas, pero otras veces le falta un poco de perspectiva porque la está viendo con un solo ojo, en una sola lengua.

En mi carrera literaria me ha asombrado hasta qué punto algunos amigos míos escritores no veían el trasfondo de la lengua, no veían la lengua en profundidad; no tenían esa conciencia, en ese sentido en que hablaba yo antes de la norma de Heger. Yo a veces he pensado que si puede uno atreverse a decir las cosas, es que hay una conciencia inconsciente, que es por ejemplo una conciencia implícita, la de esa norma en el sentido hegeriano, no hegeliano sino hegeriano, de norma lingüística que es que cuando alguien le pregunta a otro en cualquier nivel lingüístico, aunque sea entre analfabetos de barrio bajo, cuando le preguntas «¿Qué quieres decir?» es que está implicando que hay mejores y peores maneras de decir. Ahora, de eso que está implicando en cierto modo es consciente, es consciente de que hay ciertos niveles de lengua, que no podría pedir un mejor nivel si no tiene conciencia de que hay un mejor nivel o mejores niveles. Pero de esa conciencia no es consciente. O sea, si uno le pregunta «¿En qué estás pensando cuando dices lo que quieres decir, cuando preguntas en qué estás pensando?», no sabría contestar, pero de su comportamiento uno podría deducir que está pensando en eso, está pensando en niveles de decir mejor o peor. A eso le podríamos llamar, salvando la paradoja, una conciencia inconsciente. Y eso pasa continuamente en la lengua.

En la lengua, cuando uno toma conciencia de esa conciencia inconsciente generalmente se paraliza, suele uno paralizarse. Y si uno le va a decir a una persona «Pásame el salero» y empieza a pensar «imperativo de segunda persona, pronombre personal...», se acaba, no puede hablar. Para hablar hay que pasar la gramática al segundo plano, a ese inconsciente, ese consciente inconsciente. Y eso es lo que nos pasa en la traducción con la teoría: cuando traducimos, hay que dejar la teoría en el cajón porque si tenemos la teoría delante de los ojos nos va a ocurrir como a los escritores que tienen la teoría delante de los ojos, que pueden ganar premios incluso —son premios académicos, todos—, pero son ilegibles; y creo que eso también nos pasa a los traductores.

Más o menos de esto era de lo que yo quería hablar aquí, un poco para remover en el plano de la traducción como oficio, que me parece que es lo que ha estado como en presupuesto en este congreso, es decir, que estábamos pensando en la traducción como un oficio, me parece a mí.

Muchas gracias.

martes, 6 de noviembre de 2012

En noviembre, UNTI en el Círculo de Traductores


Colegas,

La sesión presencial del Círculo correspondiente a noviembre se recorrerá una semana, para el miércoles 14, por razones logísticas. Será como siempre a las 17:00, en el Salón Panorama del Centro Cultural de España, en el Centro Histórico de la ciudad de México, justo atrás de la Catedral.

En esta ocasión nos acompañan Pedro Hernández y Luis Chávez de la Unión Nacional de Traductores Indígenas, A.C. (UNTI), con la charla "Traducción de las Sagradas Escrituras a lenguas indígenas".

UNTI es una asociación dedicada a traducir la Biblia a las lenguas indígenas de México siguiendo la línea del Instituto Lingüístico de Verano (ILV). De la propia página de la Unión tomamos los párrafos que siguen.
Para mayor información, pueden entrar a: http://www.untimexico.org/

Quiénes Somos

La Unión Nacional de Traductores Indígenas somos una organización sin fines de lucro, formada por nativo hablantes mexicanos los cuales nos dedicamos al desarrollo, promoción y preservación de nuestras lenguas a través de proyectos de traducción, alfabetización, lecto-escritura, y elaboración de materiales de gramática. Nuestro proyecto más importante es la traducción de La Biblia.
La UNTI esta formada por traductores nativo hablantes del sur, centro y norte del país por lo que entre nosotros se encuentran representadas un gran número de variantes de lenguas indígenas de México.

Nuestra Misión

Existimos para que las comunidades indígenas de México reciban las Sagradas Escrituras en su idioma natal. Trabajamos para la preservación y fortalecimiento de nuestras lenguas. Producimos materiales que impulsen el desarrollo de nuestros pueblos. Alentamos e impulsamos la formación y ejercicio de liderazgo indígena.

Nuestro servicio

Apoyamos el desarrollo de la educación bilingüe en México, la traducción y difusión de materiales informativos sobre la salud, la impartición de justicia, la preservación del medio ambiente, los derechos humanos, entre otros. Impartimos talleres de lecto-escritura en diferentes lenguas indígenas, llevamos a cabo actividades que fomentan la preservación y el uso de los idiomas originarios, alentamos decididamente el uso de las Sagradas Escrituras traducidas y otros materiales relacionados.

UNTI cumple su misión de la siguiente forma:

  • Desarrollando proyectos de Investigación Lingüística
  • Traduciendo las Sagradas Escrituras
  • Fomentando el uso de la lectura y la escritura en lengua materna.
  • Desarrollando proyectos de Alfabetización.
  • Organizando talleres sobre uso y distribución de materiales ya traducidos.
  • Capacitando a hablantes nativos para preparar materiales en su lengua natal.
  • Ayudando a la preservación de las lenguas indígenas de México.
  • Impulsando la educación Bilingüe en diferentes estados del país.
  • Colaborando en proyectos que impulsen el desarrollo de los pueblos y las personas indígenas.
  • Capacitando y animando a líderes indígenas para su fortalecimiento, desarrollo y ejercicio.

Cobertura Lingüística

De acuerdo al catálogo de lenguas indígenas nacionales publicado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas – INALI – en México se hablan 364 variantes de idiomas indígenas mexicanos. Estas lenguas se agrupan normalmente por familias dando a entender que las lenguas pertenecientes a una familia comparten similitudes en su genética.
En la actualidad, UNTI agrupa a 65 variantes de estas lenguas mexicanas. Además colaboramos con la UNTI de Costa Rica y Panamá, así como con otras organizaciones de traductores indígenas en todo el continente Americano.
Para más información en cuanto a familias lingüísticas de México puede visitar los sitios sugeridos. www.inali.gob.mx  www.sil.org/mexico

Antecedentes

Nuestra organización nació en el año de 1985 como una confraternidad de traductores indígenas – CONTI - y en 1995 fue registrada legalmente como Unión Nacional de Traductores Indígenas Asociación Civil – UNTI, obteniendo de esta forma nuestro Registro Federal.